El indio Floro

Día y medio me llevo recorrer la ruta 90 llamada “La ruta de los charrúas”, 200 km desde Paysandú hasta el arroyo Salsipuedes, en el límite del departamento con Tacuarembó, 20 km de asfalto aceptable, 60 del mal firme y el resto tierra y piedra, pero mereció la pena, kilómetros y kilómetros de naturaleza pura, muchas vacas, ovejas y caballos, como en todo el país, pero también gran cantidad de ñandúes, una especie de avestruz, teroteros, caranchos y muchos más pájaros de los cuales desconozco hasta el nombre.

En Salsipuedes, allá por 1831,en los albores de la independencia el ejercito realizo una masacre sobre los últimos indios charrúas que habitaban el país, bajo la disculpa de que eran gente muy peligrosa, cuando su único delito había sido matar alguna que otra vacas y  ovejas para alimentarse, al fin y al cabo eran cazadores y aquellos eran animales salvajes que pastaban sobre las amplias pampas del territorio por ellos habitado desde hacía unos cantos años, muchos más que los criollos ahora independizados. Luego de este hecho los pocos supervivientes viajaron por el río Queguay al fin de llegar a Entreríos y para finalmente establecerse a orillas del Paraná. En esa huida quedó perdido un niño, el indiecito Floro, al que encontró un peón de estancia que lo crió como a un hijo. Aquel indiecito llegó a vivir más de 130 años y está considerado el último charrúa de Uruguay.

ñandúes